La obra comienza tirando unas cuerdas sobre el lienzo, que son las que marcan los limites de la masilla, posteriormente se retiran para dejar los surcos que marcan las forma de la obra. El blanco y negro definen las formas geométricas. Para terminar, la cuerda que había iniciado la obra siendo herramienta, se coloca en sus propios surcos, siendo la parte final de la composición. Esta obra juega con la fuerza del contraste del blanco y negro, el relieve aporta textura y profundidad. Las lineas de cuerdas marcan los limites de las formas creando una sensación de estructura y equilibrio dentro del aparente caos.