Este cuadro presenta un enfoque ecléctico que mezcla el clasicismo con elementos de la cultura pop, resaltando un marcado hedonismo visual. La reinterpretación colorida de una figura clásica, intervenida con referencias icónicas como el rayo de David Bowie y un helado multicolor, refleja el disfrute de los placeres sensoriales y la estética vibrante propia del arte pop. El fondo, compuesto por líneas radiantes en tonos verdes y puntos concéntricos, genera un efecto estroboscópico hipnótico que intensifica la energía de la obra, sumergiendo al espectador en un juego visual dinámico y envolvente con el fin de atrapar al espectador en esa misma cultura vibrante pero decadente.