La idea surgió con la intención de crear un retrato de una figura durmiente en un mundo onírico inspirándome en la obra de Odilon Redon y en la película de Laberinto, dirigida por Jim Henson. La figura adormecida adquiere una dimensión cósmica y representaría la mirada interior o la introspección detrás de un horizonte, un espacio inmenso que representa lo humano y lo real. Con esta obra, deseaba crear una imagen original que invitara al espectador a ausentarse del mundo exterior para pensar y reflexionar acerca de sus sueños y fantasías. Pretendía que el espectador se viera envuelto en sus pensamientos al igual que la chica retratada. La obra espera mostrar, a través de la representación del inconsciente con las fantasías y sueños que uno suele tener al comienzo de su vida, la búsqueda de la identidad para hacer frente a la realidad. Mediante el color y la forma quería conseguir crear un mundo onírico lleno de fantasía y misterio.