Esta obra pertenece a la serie de pinturas "In the name of progress". La evolución tecnológica se halla supeditada a los intereses de un grupo reducido de individuos que ostentan el poder de configurar el futuro de la humanidad. Estas élites, al margen de la voluntad popular, son las responsables de definir las políticas públicas en materia social, ambiental y tecnológica. La exclusión de la ciudadanía de los procesos de toma de decisiones fundamentales socava los principios democráticos y genera una creciente sensación de desconexión entre los gobernantes y los gobernados. El mencionado desarrollo tecnológico, lejos de ser un proceso participativo, se ha convertido en un instrumento de poder en manos de estos arquitectos del futuro que moldean el mundo a su antojo, trazando los mapas del progreso y definiendo los parámetros de lo posible. Además, esta toma de decisiones a menudo es llevada a cabo a espaldas de los ciudadanos.