En esta obra, se plasma una fusión entre la fuerza instintiva de los animales y la estética evocadora del arte contemporáneo, reinterpretando el momento crucial de un jaguar cazando a una gacela. Lejos de la crudeza típica de esta escena, la pieza transforma la interacción en una danza visual, donde patrones geométricos y figuras estilizadas generan un impacto hipnótico. El jaguar, símbolo de poder y agilidad, se entrelaza con la gacela en un instante suspendido, casi coreográfico, evocando una conexión ancestral entre depredador y presa. La composición se desarrolla en un escenario onírico: un suelo que recuerda a un tablero de ajedrez y un trasfondo de ramas y frutos que enmarcan la acción, confiriéndole un aire de fábula y misticismo. La ornamentación detallada de los cuerpos de los animales, inspirada en tradiciones artísticas de culturas ancestrales del pasado.